sábado, 2 de junio de 2012

SAGRADAS ÓRDENES I



EL DIÁCONO:

Los Oficios.- A) Importancia del Orden.- BAsta hechar una ojeada a las palabras del Pontifical relativas al diaconado, para convencerse de que asistimos a un hecho sobrenatural de máxima importancia. Un hombre, un joven,va a llegarse a las puertas del sacerdocio (algunos quedarán ahí permanentemente), y está a punto de asumir todo el peso y responsabilidad de esta divina autoridad. Y la Iglesia tiembla y se angustia al solo pensamiento de estar en la dolorosa posibilidad de entregar esta santa y divina potestad a un hombre sin la preparación debida, y acaso indigno. El Arcediano presenta al Obispo los que han de ordenarse. El Obispo no se contenta, como en las órdenes menores, con una simple presentación, sino que pide un testimonio público de su preparación y dignidad: ¿Scis illos dignos esse? ¿Sabes si son dignos? ¿Puedes certificar su santidad, de la pureza de sus constumbres, de su amor a Dios y a las almas, de su celo, humildad, fe, oración, sacrificio? ¿Puedo estar tranquilo acerca de sus disposiciones? ¿Puedo, sin asumir grave responsabilidad, proceder a su ordenación e invocar sobre ellos el Espíritu Santo para que les inflame con su fuego divino? Certifico, dice el Arcediano, en nombre de todos los que han trabajado tantos años en la formación del candidato, quantum humana fragilitas nosse sinit. Parece que duda de la realidad y pone una condición a su testimonio: quantum humana... No tranquiliza la rspuesta al Obispo y apela al pueblo fiel allí presente para que exponga su parecer sobre las cualidades de los ordenados; Si quis habet aliquid contra illos, pro Deo, et propter Deum, exeat et dicat. En los primeros tiempos de la Iglesia el pueblo era verdaderamente invitado a dar su parecer sobre la elección de los jóvenes aspirantes al diaconado. Y San Agustín dice que el pueblo allí presente repetía una y otra vez: dignus est, dignus est! Hoy esta invitación no es tan necesaria en el acto de ordenación, porque ya ha precedido el examen del candidato. Pero en la substancia conserva todo su valor para hacer que vean todos, y especialmente el ordenado, la importancia del paso que se va a dar y la santidad de vida que Dios y la Iglesia exigen en el Sagrado Orden en el que va a ser configurado.


De "Las Sagradas Órdenes", José Gómez Lorenzo

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